Inés Tabal G. / Identidad Veracruz
Jalcomulco, Ver.- Una pequeña comunidad de nomas de mil 773 habitantes esconde celosamente entre sus montañas verdes una receta única, herencia prehispánica de sus antepasados que se niega a desaparecer.
El Tamal de Moxtle es, -quizá- uno de los platillos más peculiares y extraños al paladar; sus comienzos se remontan a siglos de tradición entre los pobladores de Santa María Tatetla, localidad del municipio de Jalcomulco.
Conocido antiguamente como Poxpo, palabra proveniente del nahuatl. El manjar era utilizado como ofrenda para recibir a los fieles difuntos.
El Moxtle o Moste es un arbusto proveniente de la familia de las verbenáceas, cuya hoja ovalada y con punta en la parte inferior, dan ese toque verde y el sabor que lo hace distinto a otros tamales.
Con más de 30 años de hacer esta comida para su familia, Gladis comenta que la mayoría de las mujeres de la comunidad han aprendido a elaborar este tamal por medio de sus madres, quienes han pasado la receta entre familias.
“Yo aprendí viendo. Veía a mi mamá como lo hacía, que cosas le ponía y ella (su mamá) igual, aprendió de mi abuela, solo observando”, dice mientras corta las hojas de Moxtle y las separa de las que están dañadas.
Una vez terminado este proceso se dispone a lavarlas, previamente a esto los hombres de la comunidad consiguen uno de los ingredientes principales, el pescado. El cual lo substraen directamente del río que está dentro del pueblo.
Truchas, mojarras y camarones, son alguno de los ejemplares que ofrece aquel paraje natural a quienes se atreven adentrase en sus aguas profundas.
Después de haber limpiado el pescado, los otros ingredientes que no pueden faltar es el tomate, cebolla y chile chilpaya o chiltepín. De igual manera una de las herramientas principales en las que se elabora es el metate, un utensilio imprescindible en los 462 hogares de la localidad.
Antes de comenzar la preparación del menjurje se tiene que asar la hoja de plátano, con la cual ira envuelto el tamal de pescado, como también se le conoce.
Completado este paso, Gladis se dispone a moler los otros ingredientes, primero empieza con el tomate, después le agrega la cebolla en cuadros pequeños, para que sea más fácil de moler, prosigue con el chile para que le dé ese toque picante.
Después de haber terminado de triturar todos esos ingredientes, coloca la mezcla en un recipiente, para darle paso al protagonista principal, las hojas de Moxtle.
Con una fuerza imprescindible combinada con la delicadeza de sus manos, muele cada una de las hojas para formar una pasta verdosa, calculando cada porción para no pasarse de la medida, que ya es apunta de pulso.
Finalizado estos pasos, revuelve las dos mezclas junto con el pescado y una pisca de sal, para que se impregne del sabor de la hoja junto con los demás ingredientes.
“Algunas personas dicen que, si dejas mucho tiempo reposar la mezcla el tamal se amarga, otras dicen que va dependiendo de la mano que cocine, pero por si las dudas yo una vez teniendo la mezcla comienzo a preparar los tamales”, comenta apresurada.
Con precisión envuelve cada uno de los tamales, dejando uno por uno en el comal con el fogón a fuego lento durante una hora aproximadamente.
El olor de la hoja de plátano que se quema con el calor de la lumbre impregna cada una de las esquinas de su cocina, atrayendo a los integrantes de su familia, quienes saben que ya casi está lista la comida del día.
Para Gladis este platillo además de tradición es una forma de consentir a su familia, quienes llegan aprobar su sazón impregnado en aquel tamal, que contiene el cariño con el que realiza cada procedimiento hasta llegar hasta la mesa donde será disfrutado por sus hijos, nietos y esposo.