El monje y el filósofo de Revel-Ricard

Rodolfo Mendoza

Es sabido el gran auge que las disciplinas teológicas “alternativas”, como se les ha dado en llamar, estén cobrando un número creciente de adeptos. Budismo, zen, hinduismo y todas las variantes sobre todo asiáticas, son para occidente una nueva manera de ver el mundo.

Cada vez es más común conocer a alguien que practique la meditación, que asista a retiros, que busque aquello que los occidentales llamamos paz. Sin embargo, no será ofensivo decir que en muchos casos es una simple moda y que quienes lo practican no saben a ciencia cierta de qué van doctrinas tan antiguas y se hacen de bibliografía de ocasión, pues ya también se sabe que las editoriales han visto en este subgénero comercial un gran número de ventas.

De entre los pocos libros que pueden darnos una idea crítica sobre el tema el lector puede encontrar El monje y el filósofo de Jean-François Revel y Matthieu Ricard. El primero es un célebre filósofo francés, autor de libros fundamentales como La tentación totalitaria, El Estado megalómano, Cómo terminan las democracias o El conocimiento inútil; autor, además, de varias columnas en los periódicos franceses desde los tiempos de la resistencia contra los nazis. El segundo es hijo del filósofo: Matthieu Ricard tuvo una formación científica, fue el alumno más cercano del premio Nobel François Jacob, aunque al descubrir el budismo se alejó de la vida occidental, de sus estudios y sus proyectos de ciencia.

Padre e hijo llevan el tema a uno de los puntos más irreconciliables desde hace milenios: la visión de occidente versus la visión de oriente. El filósofo, según sus propias declaraciones, es ateo y agnóstico; el hijo: un budista tibetano que acompaña al Dalai Lama en todas sus giras como intérprete.

Aunque el tono de la conversación, que se extiende por más de 300 páginas, es completamente fraternal e inteligente, también es un tono crítico y analítico. Si bien los buenos modos entrañables de los participantes borran todo sentido bélico al análisis del budismo, también es cierto que ambas partes defienden su visión del mundo y no dejan pasar ninguna oportunidad para allegarse adeptos a uno u otro lado.

Ya desde hace más de tres décadas Harold Bloom predecía que el hombre volvería a vivir una era teológica, después de que vivió una revolucionaria y, acaso, una democrática. Cada vez es más palpable que el hombre vuelve su mirada hacia entidades fuera de este mundo, pues cada vez le es más difícil hallarse a sí mismo.

Compartir: