*En el bullicioso Santa Ana Chiautempan, siempre aparece un campanario o una torre, como la Parroquia de la Señora de Santa Ana y el Convento Franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles
Beto Pérez
Santa Ana Chiautempan, Tlax.- Santa Ana es vitalidad comercial, interacción diaria entre los residentes, quienes encuentran en el bullicioso espacio un momento para dejarse cobijar por el silencio espiritual que guardan sus principales calles.
En el horizonte de Santa Ana Chiautempan la mirada siempre encontrará un campanario o una torre.
Ingresar a la Parroquia de la Señora de Santa Ana y al Convento Franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles, es evocar la evangelización, a los frailes franciscanos y a la Nueva España.
Así aparece la Parroquia de la Señora de Santa Ana. Una verdadera joya del siglo XVI que se erige exuberante. La ornamentación de la iglesia incluye detalles en piedra labrada que muestran escenas bíblicas y figuras religiosas, creando una narrativa visual que guía a los fieles en su experiencia espiritual.
El interior de la parroquia es igualmente impresionante, con un retablo principal de madera dorada que alberga una imagen de la Virgen de Santa Ana, la santa patrona de la parroquia. Además, cuenta con una serie de frescos que narran episodios importantes de la historia religiosa y local: esto es una fusión del arte con la enseñanza y el culto.
Más adelante, rodeado por comercios y una escuela privada, el Convento Franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles, es quizá unos de los lujos históricos más importantes del estado. Fundado en 1545 por los frailes franciscanos, este convento representa un pilar en la evangelización y en el desarrollo cultural de la región.
Un ejemplo emblemático del estilo arquitectónico renacentista y barroco que caracterizó la expansión de la orden franciscana en el Nuevo Mundo. Uno de los aspectos más notables del Convento es su fachada, ricamente adornada con esculturas en piedra que presenta la vida de San Francisco de Asís. El retablo mayor, elaborado en madera dorada, es un ejemplo destacado del arte colonial, con elaborados detalles que reflejan la devoción.
La iglesia alberga valiosos frescos y murales que adornan sus paredes, pintados por artistas indígenas bajo la dirección de frailes europeos. Murales que no sólo representan escenas religiosas, sino que incorporan elementos de la cosmovisión indígena, creando una sinergia cultural que ilustra la adaptación y el sincretismo religioso característicos de la evangelización en toda América Latina.
Hoy en día, el Convento Franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles sigue siendo un importante lugar de peregrinación y un destino cultural para visitantes nacionales e internacionales.
Su conservación y apertura al público permiten que las generaciones actuales aprecien la riqueza histórica y el legado artístico que encierra.